Mariano Blatt es un poeta y editor argentino, de Buenos Aires. Le gusta un poquito más ser poeta que editor, eso sí, porque tiene “mejor aura”, dice después de pensarlo unos minutos. Blatt editor vivió cuatro años en Madrid, entre 2020 y 2024, cuando trajo su editorial Blatt&Ríos, que hoy amplía su catálogo a escritores españoles y catalanes. Blatt poeta llegará a las librerías españolas próximamente con una versión de su libro Mi juventud unida, —ya publicado en Argentina en Ríos&Blatt y Mansalva— que ahora sacará en el sello La uÑa RoTa.
Debutó en Fotolog, y hoy el porteño se dedica a editar literatura ‘queer’ e independiente y a escribir versos
Mariano Blatt es un poeta y editor argentino, de Buenos Aires. Le gusta un poquito más ser poeta que editor, eso sí, porque tiene “mejor aura”, dice después de pensarlo unos minutos. Blatt editor vivió cuatro años en Madrid, entre 2020 y 2024, cuando trajo su editorial Blatt&Ríos, que hoy amplía su catálogo a escritores españoles y catalanes. Blatt poeta llegará a las librerías españolas próximamente con una versión de su libro Mi juventud unida, —ya publicado en Argentina en Ríos&Blatt y Mansalva— que ahora sacará en el sello La uÑa RoTa.
Tiene 42 años. En su familia no hay poetas ni escritores: sus padres son “lectores moderados, no muy sofisticados”. Creció en una casa con libros más bien populares, comerciales, de clase media latinoamericana. Aun así, desde pequeño escribió cuentos y tuvo el sueño de ser editor. A los 18 años se topó con el libro Warzawa, de la poeta y guionista argentina Andi Nachón, y de manera casi instantánea floreció en él un poeta. Leyó esos versos y volvió a su casa a escribir los propios.
Su carrera nació con lo digital, cuando a inicios de este siglo en la red social Fotolog abundaban las fotos editadas con destellos y neón. Ahí había un submundillo interesado en la literatura donde Blatt debutó: “Yo pertenecía a una comunidad de artistas y poetas jóvenes que usábamos Fotolog para conocernos, difundirnos y encontrarnos”. Era obligatorio subir una foto y él innovó al superponer el poema sobre la imagen. Ahí conoció a los suyos, los que después fueron importantes en el trabajo, en la amistad y en el amor.
La artista, dj y poeta Perla Zúñiga fue su pareja durante un lustro, hasta su muerte en julio de 2024 por un cáncer. Vivieron juntos en Madrid, donde ella dedicó sus últimos años a hacer arte a partir de su enfermedad. De ahí nació Me muero, te quiero, su único libro, editado por Blatt después de su muerte. En el prólogo escrito por él, por petición de ella, dice: “Teníamos pendiente trabajar juntos en la edición más fina del libro. Lamentablemente, a eso no llegamos. Por eso, prefería casi no tocar los textos, salvo algunas pocas excepciones. Corregí algún corte de verso, algo en la puntuación, no mucho más. Todas estas correcciones las conversé, a mi manera, con una Perla ausente”. Cuenta que se imaginó el diálogo, escuchándola y suponiendo en qué casos ella le daba la razón.
Lo siente como una experiencia única en sus más de 20 años de editor. Dura, un desafío profesional y personal al que nunca se había enfrentado, probablemente inigualable en lo que le queda de vida, cree. “Lo hice bastante cercano a la muerte de Perla, con el duelo muy fresco, pero debía ser así. Estábamos trabajando contrarreloj”. En sus últimos días lo habían dejado prácticamente terminado, pero ella estaba muy débil para concentrarse en los últimos detalles. “Con ese mandato en la cabeza tomé coraje, agarré el material y lo revisité, fue muy duro, tomé decisiones. Con todo eso ahí, a carne viva”.
Vive sus dos personalidades —de poeta y editor— las 24 horas del día. Sobre la edición, “es un oficio, una práctica profesional como cualquier otra que se puede aprender. Puedo tener más o mejores intuiciones, pero no hay ningún secreto”. En este oficio levantó sus dos casas: la editorial Blatt&Ríos y la editorial De Parado. La primera tiene un catálogo acotado, entre Argentina y España, con unos 15 a 20 libros por año. “Hay poco lugar para recibir cosas. Se llena enseguida con nuestras lecturas, nuestras preocupaciones”. Junto a su amigo y socio Damián Ríos publican lo que ellos como lectores consideran que debe llegar a otros. Hay hispanohablantes, latinoamericanos, argentinos, españoles, vivos, muertos, nóveles, traducidos, jóvenes y no tan jóvenes. Las ocas de Álvaro Cruzado, por ejemplo, en la búsqueda de fichar autores nuevos y locales —en este caso de Granada— o El arqueólogo de César Aira, un autor reconocidísimo en Argentina, con más de 100 libros y candidato en más de una ocasión al Nobel de Literatura.
De Parado es una editorial queer, en lo más amplio de la palabra, que fundó junto a Francisco Visconti. “Una editorial argentina soñada por dos gays”, dice Blatt. Nació como una editorial de ebooks de literatura erótica gay, pero se transformó en el camino. No está claro cuál es el criterio para elegir las publicaciones, pero aun así el catálogo tiene sentido. “No le pregunto a los actores con quién se acuestan, pero resulta que todos están dentro del espectro queer”, dice y apunta, “si un autor heterosexual nos trae una novela completamente heterosexual donde no hay absolutamente ninguna referencia, no lo vamos a publicar, porque ni siquiera lo vamos a leer”. Al final, concluye, todos los gays saben qué entra en lo gay.
“La muchacha que recuerda / al muchacho que se fue / al centro a hacer / calavera de su época / la mama que no tolera ver a su hija / sollozando por ese perejil que no vale ni un centavo / y el taita, el tatita, indiferente al sufrir de sus mujeres / sentado en la mesa del bar / impertérrito / viendo la vida pasar / sin más compañía que un coñac / y los muchachos del barrio / el uno más atorrante que el otro / eso tiene que haber sido sensacional / una época para haberla vivido / yo no la viví”.
Blatt no busca simplificar la poesía, ni hacerla más cercana o popular. “Hace poco alguien me dijo sobre uno de mis poemas ‘me gustan tus poemas chiquitos’, y me gustó esa definición”. No es una contraposición a otra poesía más compleja, difícil o rimbombante, aclara: “es la poesía que pude escribir, la que me salió, y eso no la hace ni mejor ni peor que ninguna otra”. La de Blatt es una escritura hija de una época, de un lugar en el fin del mundo, bañada de los intereses y lecturas de un autor que habita una masa de lenguaje de donde rescata las palabras para sus poemas. “A mí me interesa enriquecer mi poesía con el idioma español. Todas las palabras disponibles, todas las combinaciones, todas las imágenes que me brinda el idioma español y que me brinda la vida”.
La poesía no está secuestrada por un grupo privilegiado, cree, sino que está en todas partes: en las letras de canciones, en los grafitis, en las frases hechas de un grupo de amigos, en los cánticos populares y en las pancartas y banderas de una protesta. “La poesía no es más que una experiencia con el lenguaje”. No tiene rutina para escribir. Los poemas le brotan. Escribe el primer verso en su ordenador, y el segundo, y el tercero, y aparece la magia.
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