El cine de Marc Ferrer (Barcelona, 40 años) está impulsado por una considerable sensibilidad y un presupuesto, digamos, menos considerable. En los varios cortos y mediometrajes que este barcelonés ha rodado ininterrumpidamente desde los 15 años —cuando, siendo un adolescente del barrio obrero de Sabadell, vio Los asesinatos de mamá, de John Waters, en TV3 y se enamoró del cine—, la fotografía no está siempre cuidada, los decorados no parecen haber sido diseñados y el sonido no es el mejor. Los actores no suelen ser profesionales, la estética es casera, los medios no son Hollywood: a veces parece no haber ni medios. Así, Ferrer se ha ganado etiquetas como “cineasta underground”, que a él no le encantan porque lo que define a su cine, insiste, no es la falta de dinero, sino la espontaneidad, la curiosidad por ver qué hay fuera de las convenciones de la industria y el deseo de enaltecer rostros que no han pasado por escuelas de actuación.
El director catalán, famoso por rodar sin medios ni actores profesionales y por desmarcarse de ciertos procesos de la industria del cine español, estrena estos días ‘Reír, llorar, tal vez cantar’
El cine de Marc Ferrer (Barcelona, 40 años) está impulsado por una considerable sensibilidad y un presupuesto, digamos, menos considerable. En los varios cortos y mediometrajes que este barcelonés ha rodado ininterrumpidamente desde los 15 años —cuando, siendo un adolescente del barrio obrero de Sabadell, vio Los asesinatos de mamá, de John Waters, en TV3 y se enamoró del cine—, la fotografía no está siempre cuidada, los decorados no parecen haber sido diseñados y el sonido no es el mejor. Los actores no suelen ser profesionales, la estética es casera, los medios no son Hollywood: a veces parece no haber ni medios. Así, Ferrer se ha ganado etiquetas como “cineasta underground”, que a él no le encantan porque lo que define a su cine, insiste, no es la falta de dinero, sino la espontaneidad, la curiosidad por ver qué hay fuera de las convenciones de la industria y el deseo de enaltecer rostros que no han pasado por escuelas de actuación.
Warholiano y johnwatersiano por alusiones, cineasta de culto para más de uno, apodado el “Albert Serra gay” por sus opiniones explosivas sobre la industria del cine español, este enfant terrible (al que le queda ya poco de enfant) ha estrenado este mes en salas Reír, cantar, tal vez llorar (3 de enero en Filmin), una comedia musical que cuenta la bonita historia de amor entre una mujer trans y un inmigrante ilegal marroquí.
Pregunta. ¿Por qué hace cine?
Respuesta. Nunca me lo he planteado realmente. De pequeño dibujaba cómics, hacía música. Siempre había querido tener una cámara de vídeo para grabar guiones que escribía. Mis padres me regalaron una a los 15 años o así, empecé a hacer cortometrajes, y ya no he parado.
P. Para enriquecerse no será…
R. Al contrario, incluso pierdo dinero. Me gustaría hacer películas dentro de la industria y vivir de esto. También para poder pagar a la gente que hace películas conmigo. Pero de momento…
P. ¿No paga al equipo?
R. No cobra nadie. Yo no cobro, nadie cobra. Lo hacemos todo por amor al arte, por militancia.
P. ¿Su estética es solución más que elección?
R. El cine que hago es el que puedo, no el que quiero. La estética es muy pobre, en contra del cine comercial. Si no tengo dinero para hacer películas, no me voy a preocupar por la fotografía, la parte visual. Soy consciente de que estoy haciendo algo sin presupuesto, y en lugar de fingir una cosa que no soy, pongo las cartas sobre la mesa.
No cobra nadie. Yo no cobro, nadie cobra. Lo hacemos todo por amor al arte, por militancia
P. Pero se le ve cómodo con su estética.
R. Me siento muy cómodo. Vengo de haber hecho Corten(2021), una película con algo más de presupuesto, porque participaron Filmin y la productora Canadá de Barcelona. Fue un rodaje profesional, con técnicos profesionales. Y una experiencia sufrida, porque realmente tampoco había tanto dinero, y todo el mundo también participaba por amor al arte pero con dinámicas de rodaje profesional. Fue duro, me costó la salud. La gente pensaba que iba a dar un paso adelante, que mi siguiente película sería ya con presupuesto, y en lugar de eso, he vuelto a hacer algo sin técnicos profesionales: yo solo con la cámara, y dos amigos que me ayudaban con el micro y la claqueta. Creo que esa felicidad que vivimos nosotros en el rodaje se transmite al espectador a la hora de ver la película.
P. ¿De qué vive?
R. He sido tutor de guion en unas becas de la Academia de Cine y colaboro con festivales y laboratorios. Pero vamos, que yo vivo de una manera muy austera.
P. ¿Si hiciera algo con medios sería más convencional?
R. Creo que, realmente, si tuviera dinero y medios, tendría más libertad todavía para hacer lo que quisiera. No creo que sea incompatible. Pedro Almodóvar empezó haciendo películas sin presupuesto también y después ha seguido su carrera dentro de la industria y haciendo siempre lo que ha querido.
P. Hombre, se está comparando con Almodóvar.
R. Bueno. También me gusta Stanley Sunday, un cineasta del underground que ha hecho películas superdivertidas y superlibres.
P. Pero en España no hay underground, ¿no?
R. Eso es lo que os creéis los madrileños. En Barcelona hay underground porque lo mainstream es TV3, una cosa muy casposa. Aquí en Madrid como está el famoseo y todo el mundo viene con la intención de vivir del arte, el cine, la música, la pintura…
P. Insisto: si le ponen medios, ¿no le cobrarán un precio artístico por ellos?
P. A mí lo que me cuesta muchísimo no es adaptarme a los estándares de calidad de la industria, digamos, o a los gustos imperantes. Lo que me cuesta son los tiempos. El que sientas el deseo de hacer una película y tengas que estar cuatro años esperando para levantar un presupuesto para rodarla me desespera. Mi cine es muy impulsivo. Ahora tengo el deseo de hacer una película nueva y a lo mejor dentro de cuatro años esta historia me da igual. Y no tendré ese deseo, las mismas ganas. Y eso afecta a la calidad artística de cine español. Todos los cineastas pasan por eso. Tienen el deseo de hacer algo y muchos, no pueden hacerlo, porque se quedan en el intento. Y la mayoría de quienes lo hacen tardan muchísimo tiempo en lograr lo que quieren. El cine que tenemos en España creo que es bastante mediocre y que todo esto tiene que ver con el resultado.
P. ¿El cine que tenemos es mediocre?
R. En general, sí. Películas viejas y tristes: las que realmente promulgan la industria y el sistema, tanto el Estado como las televisiones y ahora las plataformas. Películas bastante mediocres, en eso todo el mundo está de acuerdo, ¿no?
P. ¡Luego se pregunta por qué la industria no le hace caso!
R. No tiene nada que ver.
P. ¿España castiga las voces independientes?
R. Hay una falta de educación cinematográfica. Hemos sido educados muy pobremente los espectadores y eso también hace que el gusto en general de los españoles hacia el cine sea bastante mediocre.
P. ¿En comparación con…?
R. En Francia hay mucha más cultura en general y cinematográfica en concreto.
Realmente, hago el cine que hago porque es un deseo que nace en mí. El resto me da absolutamente igual
P. En el espectro entre la honestidad y la popularidad, es admirable ver a alguien tan comprometido con el bando de la honestidad.
R. A mí realmente la popularidad me da igual. O sea, no me da igual, porque pienso que gracias a la popularidad podría hacer cine con más medios y presupuesto. Pero, realmente, hago el cine que hago porque es un deseo que nace en mí. Hago lo que siento que tengo que hacer. Y después el resto ya viene solo, ¿no?
P. ¿Qué ha aprendido viviendo a la contra?
R. Como dijo una vez una productora, si realmente las instituciones no apoyan este tipo de cine, este cine está en peligro de extinción. Porque no se puede estar haciendo películas de esta manera toda la vida, esto genera un desgaste, un cansancio. Muchos se quedan por el camino.
P. ¿Usted cómo lo lleva?
R. Muy bien, tal vez porque tengo esperanza. Veo que a la gente le gusta lo que yo hago. Si yo hiciera películas y nadie les hiciera caso y no las quisiera proyectar en ningún festival, igual estaría desanimado. Pero me siento súper acogido por el público, un público minoritario, pero me anima.
P. ¿Quién ve su cine?
R. Gente joven. Cinéfilos. La gente a la que le gusto entiende un poco de qué va el cine, porque si no… Luego me reconocen en los sitios más insospechados.
P. ¿Por ejemplo?
R. De fiesta o en una sauna.
P. ¿Cuál es el Goya que más ilusión le haría que recibiese una película suya?
R. Mejor película.
P. No mejor director ni mejor guion…
R. Lo importante es la película.
P. ¿Tiene fama la industria?
R. Mala fama, puede ser. Mucha gente quiere hacer cine pero con medios. Y ponen la excusa de que, como no llegan esos medios, no lo hacen. La clave de que yo lo hago es… que lo hago, ¿sabes? Da igual los medios, lo hago con lo que yo tengo, desde siempre he tenido muy claro que con una cámara, un ordenador y tus amigos puedes hacer cine. Hago películas para demostrar que se pueden hacer películas.
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