Los expertos cuestionan el uso como almacén de la capilla donde se originó el incendio de la Mezquita de Córdoba

Las llamas se extinguieron pasadas las 0.30 de la madrugada del sábado, pero la Mezquita-Catedral de Córdoba no logra desprenderse del aroma a rescoldos que se ha quedado impregnado en el Patio de los Naranjos y en el interior del templo. Es el recuerdo olfativo de lo que pudo haber sido una tragedia patrimonial y que, gracias a la rápida intervención de los bomberos, se ha limitado a dos capillas de la nave que alberga la ampliación de Almanzor, una sucesión de arquerías que se empezaron a levantar en el siglo X. El fuego, que se originó pasadas las nueve de la noche del viernes, ha afectado a la estancia que se utilizaba como almacén y a la capilla contigua de la Anunciación, cuyo retablo, con una pintura del siglo XIX, ha sido el más perjudicado, confirmó la mañana de este sábado el deán de la mezquita-catedral, Joaquín Alberto Nieva. Aunque también afirmó: “El daño ha sido muy pequeño”.

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 A la espera de que se concreten las causas de las llamas y el alcance real de los daños, que incluyen el derrumbe de una cubierta, los especialistas reclaman mejoras en las medidas de seguridad  

Las llamas se extinguieron pasadas las 0.30 de la madrugada del sábado, pero la Mezquita-Catedral de Córdoba no logra desprenderse del aroma a rescoldos que se ha quedado impregnado en el Patio de los Naranjos y en el interior del templo. Es el recuerdo olfativo de lo que pudo haber sido una tragedia patrimonial y que, gracias a la rápida intervención de los bomberos, se ha limitado a dos capillas de la nave que alberga la ampliación de Almanzor, una sucesión de arquerías que se empezaron a levantar en el siglo X. El fuego, que se originó pasadas las nueve de la noche del viernes, ha afectado a la estancia que se utilizaba como almacén y a la capilla contigua de la Anunciación, cuyo retablo, con una pintura del siglo XIX, ha sido el más perjudicado, confirmó la mañana de este sábado el deán de la mezquita-catedral, Joaquín Alberto Nieva. Aunque también afirmó: “El daño ha sido muy pequeño”.

Ese “daño pequeño” se extiende por una de las arquerías que limita con el muro oriental del templo, declarado Patrimonio de la humanidad en 1984, cuyas bóvedas están desconchadas y tiznadas por el hollín dejado por el humo, y a dos capillas que están cubiertas de negro. La más afectada es la que sirve de almacén y que fue donde, según las primeras hipótesis, se originó el incendio como consecuencia del cortocircuito de una barredora, una máquina eléctrica que se utiliza para limpiar.

La otra es la capilla de la Exaltación o de la Anunciación, abierta en el siglo XIII, cuya cubierta colapsó al filo del amanecer del sábado. Su retablo, con una pintura de la Anunciación del siglo XIX, es el que ha resultado más dañado, de acuerdo con el deán, que ha indicado que alguna de las esculturas de ese retablo podría haberse caído. Sin embargo, es la capilla que servía para guardar los enseres de mantenimiento la que aparece en peor estado. Una de sus columnas está apuntalada.

Por mucho que desde el Cabildo, organismo que gestiona el monumento, se esfuercen por minimizar el impacto del incendio, es imposible no sobrecogerse ante la conmoción que implica contemplar la techumbre de la arquería mutilada y las dos capillas teñidas de negro. Una imagen que no han podido ver los visitantes que este sábado accedieron al templo, porque toda la nave de la ampliación de la capilla de Almanzor, que se extiende por la zona oriental, justo detrás del altar mayor, estaba cerrada al público y la zona más afectada por el incendio también estaba limitada por una banda de seguridad.

Interior de la Mezquita-Catedral de Córdoba afectado por el incendio ocurrido el pasado viernes.

El Cabildo ha querido dar una imagen de normalidad, pero buena parte del templo, uno de los mayores exponentes de la arquitectura islámica y andalusí, estaba vetado a los visitantes. “El fuego quiso expandirse, pero se alzó hacia arriba y pudo contenerse”, explica a este diario uno de los técnicos que guardan el acceso a la zona afectada. Pasado el estupor del fuego y con el alivio de que las llamas no alcanzaron la parte más antigua de la catedral, el mihrab o la mezquita primigenia, que data del siglo VIII y tiene artesonados de madera y no bóvedas de chamizo como las que han resultado afectadas, empiezan a asomar las preguntas sobre por qué se originó el incendio.

Desde la Plataforma Mezquita-Catedral, que siempre ha velado por que el templo mantenga su esencia andalusí ante las veleidades del Arzobispado por imponer la simbología católica, se cuestiona no solo la premura por abrir la mezquita al público este sábado, sino el hecho de que en un edificio patrimonio de la humanidad se utilice una capilla para tareas de almacenamiento. Unas cuestiones que también se plantean otros expertos consultados por este diario, pero que prefieren mantener el anonimato hasta conocer con precisión el informe oficial sobre el origen de las llamas y el alcance de los daños.

“Esta plataforma lleva años denunciando el almacenaje de mobiliario y estructuras en el interior del templo y preguntándose si los espacios de un monumento patrimonio mundial pueden cumplir la función de almacén y trastero con una peligrosa falta de prevención de riesgos”, indica Miguel Santiago, su portavoz, que también muestra su sorpresa por que el templo abriera este sábado al público “sin permitir una investigación sosegada ni un proceso de asimilación de lo sucedido por parte de la ciudadanía”. Desde la plataforma se advierte de que si la investigación determina que el incendio fue resultado de una negligencia, este hecho puede ser constitutivo de delito contra el patrimonio.

La consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Patricia Del Pozo, y el deán de la Mezquita-catedral de Córdoba, Joaquín Alberto Nieva, se disponían a visitar los trabajos de reparación después del incendio.

José Juan Jiménez Güeto, canónigo de la mezquita-catedral, indica a este diario que el uso de esa capilla como almacén “está contemplado desde siempre y consta en los planes de autoprotección”. No obstante, reconoce que, “por iniciativa propia, el Cabildo había adquirido dos inmuebles para llevar todos esos enseres allí”. En el Plan Director de 2000, aprobado por la Junta de Andalucía, se enumeran distintos inmuebles “para garantizar la conservación del edificio y atender de una manera eficaz las necesidades del uso y la gestión”, y se citan espacios “secundarios o del almacenamiento” en el interior que deberían ser “descargados”.

“Esto debe servir como advertencia”, indica el arquitecto Rafael de la Hoz, que intervino en las celosías de la mezquita-catedral en 1970. “Debería ser necesario un plan específico para atender todos los usos que tiene este templo, el turístico, el religioso y el de mantenimiento, y que sea permanente”, sostiene. De la Hoz llama la atención sobre la profusión de mobiliario, pantallas y cableado del templo, que “cada vez se usa más como un teatro para eventos, es un espacio multifunción”. El deán reconoció por la mañana que tendrán que “aprender” de lo sucedido y señaló que en otoño estaba previsto implantar nuevos sistemas de seguridad antiincendios.

Los expertos consultados sí demandan conocer el tipo de intervención que se hizo sobre la cubierta de las capillas afectadas, cuya restauración data de 2015. “Este edificio es una estructura de madera y en los incendios se crea una capa carbonosa en las vigas que hace que proteja el interior de las vigas, pero al reducir la sección pierde la resistencia. Eso ha sido uno de los motivos que han originado el colapso de una de las capillas”, relató el jefe de bomberos para explicar el derrumbe del techo.

Además de analizar el origen y el alcance de los daños, lo esencial es diseñar el plan de restauración. Un plan que, tal como asegura Güeto, correrá a cargo del Cabildo, que “tiene un fondo de contingencia para casos de percances”. Con ello, trata de acallar las voces críticas que recuerdan que la Iglesia se arrogó la titularidad de la mezquita-catedral en 2006 con una inmatriculación muy dudosa, por lo que debería ser ella la que costeara la recuperación del templo. El alcalde de Córdoba, José María Bellido, ha manifestado la necesidad de que tanto su alcaldía como la Junta Andalucía y el Gobierno de España se impliquen “en recuperar nuestro edificio”.

El Cabildo, tal y como ha reconocido el deán, ya se ha puesto en contacto con la Unesco y el Icomos, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, que asesora a esta organización de la ONU, para informarles sobre lo sucedido. En todo caso, el plan de restauración solo necesita de la aprobación de la Junta de Andalucía y la Delegación de Urbanismo municipal, “aunque tanto la Unesco como el Gobierno de España “estarán pendientes del proceso”, ha indicado. La consejera andaluza de Cultura, Patricia del Pozo, ha señalado que se agilizarán los trámites para favorecer el proceso. Una fuente conocedora del funcionamiento de Icomos en España señala que da por hecho que desde el Cabildo se solicitará la opinión de la entidad y también emplaza a la “evaluación de la entidad de los hechos y el valor de los elementos afectados” para determinar la posición a adoptar.

Mientras tanto, el olor a quemado no se desprende de los muros y las arquerías de la Mezquita. Es el recuerdo de que aún quedan por resolver todas las incógnitas sobre qué puso en jaque la perdurabilidad de un edificio simbólico y cómo hacer para que no vuelva a ponerse en peligro.

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