La tarde del 8 de agosto de 2025 será recordada por el incendio que se produjo en la Mezquita-Catedral de Córdoba. Cuando saltó a los medios y a las redes, no podíamos ni imaginar la posibilidad de la destrucción, aunque fuera parcial, de la Mezquita de Córdoba. El incendio de la catedral de Notre Dame de París estaba demasiado reciente como para que todos nos echáramos a temblar. Felizmente, se ha salvado. Todo el mundo sabe del valor de este edificio, protegido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en 1984 y uno de los más visitados de España, pero no está de más recordarlo. Se trata de la mezquita más antigua mejor conservada del mundo, un honor compartido tan solo con la Mezquita omeya de Damasco y la Cúpula de la Roca de Jerusalén. No obstante, a diferencia de Damasco, que sufrió un incendio devastador en 1893, la Mezquita de Córdoba preserva intacta gran parte de su estructura, levantada entre los siglos VIII y X. Es verdad que se construyó una catedral en su seno, y que a lo largo de los siglos se han hecho algunos cambios y se han perdido algunas cosas, pero la esencia de la mezquita mayor de la que fue capital del califato omeya de al-Ándalus queda intacta.
Susana Calvo Capilla es profesora de Historia del arte de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en arte islámico.
En un tiempo en el que se persigue la celebración de las fiestas musulmanas, resulta alentador comprobar las muestras de extrema preocupación por un incendio que pudo ser desolador
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos
En un tiempo en el que se persigue la celebración de las fiestas musulmanas, resulta alentador comprobar las muestras de extrema preocupación por un incendio que pudo ser desolador

susana calvo capilla
La tarde del 8 de agosto de 2025 será recordada por el incendio que se produjo en la Mezquita-Catedral de Córdoba. Cuando saltó a los medios y a las redes, no podíamos ni imaginar la posibilidad de la destrucción, aunque fuera parcial, de la Mezquita de Córdoba. El incendio de la catedral de Notre Dame de París estaba demasiado reciente como para que todos nos echáramos a temblar. Felizmente, se ha salvado. Todo el mundo sabe del valor de este edificio, protegido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en 1984 y uno de los más visitados de España, pero no está de más recordarlo. Se trata de la mezquita más antigua mejor conservada del mundo, un honor compartido tan solo con la Mezquita omeya de Damasco y la Cúpula de la Roca de Jerusalén. No obstante, a diferencia de Damasco, que sufrió un incendio devastador en 1893, la Mezquita de Córdoba preserva intacta gran parte de su estructura, levantada entre los siglos VIII y X. Es verdad que se construyó una catedral en su seno, y que a lo largo de los siglos se han hecho algunos cambios y se han perdido algunas cosas, pero la esencia de la mezquita mayor de la que fue capital del califato omeya de al-Ándalus queda intacta.
El edificio es el mejor testimonio de los primeros siglos de presencia del islam en la península Ibérica. Fue construido por el primer emir omeya, Abd al-Rahman I, hacia el 785 y tuvo hasta tres grandes ampliaciones. La más espectacular desde el punto de vista artístico fue la emprendida por el califa al-Hakam II entre 961 y 976, cuando se levantan las bellas cúpulas y se decora con mosaicos dorados, unas características que la hacen absolutamente única y que hoy provocan admiración en los visitantes.
El incendio del viernes ha afectado a la parte añadida a finales del siglo X, más conocida como ampliación de Almanzor. Afortunadamente, la nave donde se produjo, la última junto a la fachada oriental, se encuentra compartimentada en capillas, como sucedió también en el lado occidental después de su conversión en catedral en 1236. Asimismo, en estas naves se sustituyó la techumbre de madera original por bóvedas con lucernarios en el siglo XVIII, bóvedas que han quedado ennegrecidas por el humo. No sé si estas circunstancias han ayudado o no a la labor de los bomberos, pero supone un alivio que no se extendieran las llamas mucho más allá. En las arquerías de esta parte se puede apreciar la pericia de los arquitectos omeyas, que añadieron ocho naves a la mezquita originaria, de 11 naves. Si uno se fija al recorrerlas, verá cómo va cambiando el ancho de los arcos para adaptarse al espacio que debían cubrir en paralelo a las naves más antiguas. A ellos sumemos las fachadas que se abren a la calle, decoradas con inscripciones de contenido coránico. Aunque menos lujosa, toda esta zona oriental del edificio afectada parcialmente por el incendio tiene un gran valor arquitectónico.
En un tiempo en que vemos la destrucción masiva de un territorio como Gaza, donde el genocidio que está en curso nos impide siquiera pensar en el patrimonio palestino destruido, tiempos en que, en algunos lugares de nuestra Península, se persigue la celebración de las fiestas musulmanas, quizá sea alentador contemplar la movilización y las muestras de extrema preocupación que el incendio de nuestra mejor mezquita ha suscitado. La pérdida del patrimonio supone la pérdida de la memoria histórica, de una parte de la identidad de los pueblos, por eso su destrucción es un arma tan poderosa (el pueblo palestino puede constatarlo).
Hoy nos felicitamos por esos planes de prevención y de actuación que protegen la Mezquita de Córdoba, y serán más que bienvenidas todas las mejoras y las nuevas medidas que se activen a partir de ahora. Los bomberos cordobeses han conseguido extinguir con los mínimos daños un incendio que habría sido desolador. Esta movilización me ha hecho pensar en otro momento de la historia del edificio, cuando el Concejo de Córdoba, en 1523, intentó impedir las obras de la nueva catedral porque pensaban que lo que “se desfaze es de calidad que no se podrá volver a fazer en la bondad e perfección que está hecha”. Y aquí sigue, en pie, la mezquita más bella de nuestro pasado islámico.
Susana Calvo Capilla es profesora de Historia del arte de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en arte islámico.
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