Insufribles pegapases

Bernadina de Álvaro Lorenzo al tercero de la tarde.

Si hay corridas que son premiadas por su casta y bravura, debería haber otras a las que recompensar por su infinita bondad y paciencia. Ejemplo de ello bien podría ser esa especie de “desafío ganadero” entre los toros de Baltasar Ibán y Algarra que se sacaron de la manga para conmemorar la festividad del 2 de mayo en Madrid. ¿No pudieron reunir una corrida completa para fecha -al menos, en otros tiempos- tan señalada?

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Baltasar Ibán y Algarra / Espada, Lorenzo, García

Toros de Baltasar Ibán (1º, 2º y 5º), muy justos de presentación los dos últimos, cumplidores en los caballos y de juego desigual (1º manso; 2º encastado, aunque a menos y sin humillar; 5º muy noble); y Algarra (3º, 4º y 6º), correctamente presentados, cumplidores en el caballo (donde los cuidaron), nobles, blandos y con calidad.

Francisco José Espada: dos pinchazos -aviso-, cuatro pinchazos más y un descabello (silencio); media estocada perpendicular y atravesada -aviso- y tres descabellos (silencio).

Álvaro Lorenzo: -aviso- estocada trasera y caída (oreja protestada); -aviso- estocada trasera y caída (vuelta protestada tras petición).

Diego García, que confirmaba alternativa: pinchazo y bajonazo (silencio); tres pinchazos -aviso- y estocada (silencio).

Plaza de toros de Las Ventas. Corrida Goyesca del 2 de mayo. Menos de tres cuartos de entrada (17.131 espectadores, según la empresa).

 Álvaro Lorenzo corta una oreja de poco peso y sus compañeros son silenciados ante bondadosos toros de Ibán y Algarra  

Si hay corridas que son premiadas por su casta y bravura, debería haber otras a las que recompensar por su infinita bondad y paciencia. Ejemplo de ello bien podría ser esa especie de “desafío ganadero” entre los toros de Baltasar Ibán y Algarra que se sacaron de la manga para conmemorar la festividad del 2 de mayo en Madrid. ¿No pudieron reunir una corrida completa para fecha -al menos, en otros tiempos- tan señalada?

Cinco de los seis astados que saltaron al ruedo tuvieron tales dosis de nobleza que aguantaron estoicos y sin apenas rechistar los cientos de capotazos y muletazos sin fuste que ejecutaron los tres matadores. Durante diez minutos -cada uno- obedecieron a los toques que los despedían a la periferia, así como a las voces y demás alardes de falso valor. Benditas criaturas.

El buen tercero, incluso, tuvo que soportar que le birlaran una de sus preciosas orejas. Un apéndice que fue a parar a manos de Álvaro Lorenzo tras una faena sin estructura alguna, que careció de verdad y ligazón, pero que remató con un puñado de ajustadas bernadinas muy jaleadas y una estocada eficaz. No importó que el toledano anduviera manifiestamente por debajo de la calidad del ejemplar de Algarra; ni que, casi siempre, se colocara al hilo del pitón y descargara la suerte; o que la espada cayera trasera y caída… Había que sacar el pañuelo a pasear, que para eso era fiesta.

Y, ojo, que por poco no se marchó Lorenzo a hombros. Tras dejar otra estocada defectuosa en el quinto, le volvieron a pedir la oreja. Todo, tras otra labor interminable -en ambos turnos escuchó un aviso antes de entrar a matar- y sin emoción ante un nobilísimo toro de Ibán que acabó completamente agotado. “¡Mátalo ya, por caridad cristiana!”. Algún natural templado, logrado al unipase, fue lo único mínimamente reseñable de aquel tostón.

Otro que aburrió hasta a las ovejas fue Francisco José Espada, tan entregado como vulgar. El madrileño se encontró primero con un encastado toro de Ibán que nunca humilló y que tenía la mala costumbre de salir defendiéndose y con la cara arriba. Espada se las vio y se las deseó para matarlo, pues el animal le tapaba siempre la salida. Tan violento fue uno de los encontronazos, que acabó dolorido y por los suelos.

Mucho más pacífico fue el cuarto, de Algarra, que tuvo prontitud, fijeza y una veintena de boyantes embestidas, antes de venirse abajo. Espada, de nuevo, lo molió a trapazos, muchos de ellos enganchados.

Muy noble, blando y soso fue el último, frente al que se lució Juan Carlos Rey en banderillas. Diego García, que confirmó la alternativa, dejó algunos pasajes templados en una labor que nunca tomó vuelo. Ante el manso que abrió plaza, ni eso pudo hacer. Ese primero pareció olerse lo que le esperaba, así que, a la primera de cambio, se rajó y huyó a tablas. El más listo de la clase.

Baltasar Ibán y Algarra / Espada, Lorenzo, García

Toros de Baltasar Ibán (1º, 2º y 5º), muy justos de presentación los dos últimos, cumplidores en los caballos y de juego desigual (1º manso; 2º encastado, aunque a menos y sin humillar; 5º muy noble); y Algarra (3º, 4º y 6º), correctamente presentados, cumplidores en el caballo (donde los cuidaron), nobles, blandos y con calidad.

Francisco José Espada: dos pinchazos -aviso-, cuatro pinchazos más y un descabello (silencio); media estocada perpendicular y atravesada -aviso- y tres descabellos (silencio).

Álvaro Lorenzo: -aviso- estocada trasera y caída (oreja protestada); -aviso- estocada trasera y caída (vuelta protestada tras petición).

Diego García, que confirmaba alternativa: pinchazo y bajonazo (silencio); tres pinchazos -aviso- y estocada (silencio).

Plaza de toros de Las Ventas. Corrida Goyesca del 2 de mayo. Menos de tres cuartos de entrada (17.131 espectadores, según la empresa).

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